Rafael Villafuerte, director del proyecto.
El proyecto ha consistido básicamente en construir los llamados «núcleos de alta densidad», extensiones de cuatro hectáreas en las que se ha construido majanos artificiales, se ha echado bastantes conejos traídos de una finca próxima en la que había bastantes, se les ha puesto comida y agua y a esperar a que se reproduzcan y se expandan. Pero el proyecto tiene algo novedoso: no se ha vacunado. Y los conejos no se han muerto.
Lo de concentrar en un espacio reducido un gran número de conejos es para que por sí mismos superen la llamada «trampa de la predación y de la enfermedad».
En cada núcleo construye 18 vivares y mete 180 conejos. Dos de estas zonas se cierran a la predación terrestre con malla perimetral de 2,5 metros y enterrada un metro en el suelo; a las otras dos no se les pone malla. En ninguno de los casos se hace ningún control de predadores. Los majanos se construyen con palets y tierra sobre la superficie porque el terreno se encharca con facilidad. Finalmente queda una montaña de tierra con ciertas aberturas en su base hechas con tubos de PVC, que conectan con el corazón del majano.
Vista de los majanos artificiales

Alrededor de los cuatro núcleos se construyen a su vez otros 85 vivares un poco más pequeños para favorecer la dispersión natural de los conejos desde los núcleos sin malla perimetral.
La clave del éxito, aparte de todo lo demás, está en los conejos que se echaron y cuándo se echaron.
Tras la repoblación, los resultados fueron excelentes. Un año después, todos los vivares situados a menos de 200 metros de los núcleos, estaban ocupados.
Los estudios científicos dicen que un lince necesita entre dos y cinco conejos por hectárea para asentarse. En Melonares, un año después de la repoblación, había más de dos conejos por hectárea; y entre 2002 y 2005, la abundancia fuera de los núcleos se cuadruplica.
En definitiva, en octubre de 2002 se hizo una sola repoblación con un total de 720 conejos en un lugar en el que prácticamente habían desaparecido. Hoy, sin poner una sola vacuna y sin hacer ningún control de predadores, se estima que puede haber unos 8.000 conejos en las 1.700 hectáreas.

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